Estos días estuve leyendo bastante sobre este tema, y me pareció importante compartir con mis lectores un análisis, personal y subjetivo, como siempre, y escrito por alguien que no es especialista en la materia, pero que pretende poner el tema sobre el tapete, motivar el debate y generar acciones que pueden ser muy importantes tanto a nivel individual como a nivel de una estrategia país que apunte al futuro, al progreso y al desarrollo.
Los niños con altas capacidades, no son "genios", tampoco "superdotados" en la acepción que le damos coloquialmente al término ni, mucho menos, bichos raros. Se trata de niños que tienen una capacidad intelectual algo superior al promedio y se estima que, a nivel de la población mundial, son uno de cada siete niños. Un simple cálculo nos permite concluír que, si esa distribución se da en Uruguay, habría en nuestro país unos cien mil niños en esta condición. En cualquier grupo escolar de treinta alumnos, unos cuatro o cinco serían niños con altas capacidades.
El sistema educativo uruguayo y, por lo que estuve leyendo, también el de muchos países, aún desarrollados, aún desde sus objetivos expresados públicamente, tiende a asegurar resultados mínimos, y no a promover resultados óptimos. Los planes de estudio y la metodología de enseñanza son rígidos y adaptados a un promedio, donde los extremos, aquellos que no alcanzan la capacidad promedio, y aquellos que la superan, pueden sentirse excluídos y desmotivados.
Aún así, tengo la impresión de que se han desarrollado más herramientas para detectar y atender a los primeros que a los segundos.
Un niño con altas capacidades, tiene necesidades diferentes, incluso desde el punto de vista afectivo. Se trata de niños que son muy sensibles a los problemas de los demás y a los aspectos éticos y morales, como la violencia y la injusticia.
Son muy vulnerables a problemas sociales, como el acoso, el bullying y la exclusión.
Ven al mundo de una manera diferente, son cuestionadores de métodos y prácticas, suelen proponer soluciones diferentes a los planteos de los docentes, integran conocimientos adquiridos en otras áreas, a la que estén estudiando en ese momento. Si esto no es comprendido por docentes y padres, si no se proporcionan los estímulos y la contención adecuada, el niño genera problemas con los demás y consigo mismo. El se sabe diferente y necesita ser aceptado y que se le proporcionen las adaptaciones que requiere para progresar.
No son pocos los niños que terminan fracasando en su escolarización, o con trastornos neuróticos por no haberse diagnosticado a tiempo que se trata de niños con altas capacidades. O, peor aún, cuando se ha hecho un diagnóstico equivocado.
Me gustaría saber cuantos docentes y sicólogos de las escuelas están preparados para reconocer y apoyar a estos niños. Ojalá sean muchos, no lo sé. También me gustaría saber con que herramientas contarían, en caso de poder diagnosticarlos.
Educar a un niño desde la felicidad y la inclusión, debería ser un objetivo básico de cualquier sistema educativo. Pero, además, estos niños tienen un gran potencial para, como adultos, encontrar soluciones alternativas a muchos de los problemas que hoy aquejan a la humanidad. Pero el potencial es sólo eso... una cualidad "en potencia" que si no se desarrolla, si los adultos no les ayudamos a desarrollarla, se convierte en algo no solamente inútil, sino perjudicial para el desarrollo del niño.
Es para pensarlo.